¿De verdad hay tanto?

Ya estamos de vuelta.


Metropolis es una muy buena publicación para aquellos a quienes nos resulta difícil leer las columnas de texto japonés y enterarnos de una abundante oferta cultural. Gracias a ese canal nació el título de esta entrega. ¿De verdad hay tanto de presentación cultural?
Hay más de lo que uno podría cubrir, a menos que tenga el don de la ubicuidad y una mente prodigiosa para asimilar todo y no morir en el intento de catalizar cada evento que está disponible.
La Metropolis de No. 925 trae algunos anuncios que son dignos de relevar, como muestras nada más y circunscrito a lo planificado en los siguientes 20 días, desde hoy.
Lo primero, la marathón de Beethoven. En el Tokyo Bunka Kaikan, un teatro estatal, se presenta The Complete Beethoven Symphonies Concert on New Year's Eve 2011. Desde las 12:00 del 31 de diciembre, por 10 horas seguidas y por unos USD 400, los espectadores pueden ver las sinfonías del alemán desde la 1 hasta las 9, de corrido. La interpretación está a cargo de la Hiroyuki Iwaki Orchestra.
El 8 de enero -sea permitida esta licencia, aunque diré a mi favor que esta es una expresión cultural absolutamente identitaria del Japón- se lleva a cabo el esperado Gran Torneo de Sumo, esos atletas grandes, fornidos, flexibles y expertos en artes marciales que se enfrentan en este deporte cuyos primeros rasgos aparecieron antes de nuestra era.
Los bomberos tienen lo suyo. El Departamento de Bomberos de Tokio organiza un evento para a orar por un año seguro, sobre todo en este país que por siglos usó la madera para las construcción. La atracción principal es la escena de la escalera. Hombres vestidos de bomberos del periodo Edo (siglos 17 a 19realizan acrobacias circense en la parte superior de un bambú de seis metros de alto. El bambú es sostenido por una parte de los bomberos para que otro suba a la punta y realice las acrobacias.
Cada discoteca prepara su propio "exitómetro", como este: Ooooze, Tri-Bute y los Guerreros de Fin de Semana se juntan en la discoteca Legato, para calentar a los parroquianos antes que llegue DJ Laurent, quien fue "uno de los productores del épico reventón del año pasado", con una fiesta rave que sonó en todo Tokio.
Bajo el slogan de "Luego de un año difícil, hay razones para celebrar la vida", se puede asistir a una exposición de fotografías del reconocido Kyoichi Tsuzukien, quien presenta "Anya Komichi Ueno Asakusa, crucero subterráneo". El artista se fue por el lado más gastado de Tokio, en busca de las culturas subterráneas: travestis, los fanáticos del death metal, las barras de bares gay, las excavaciones baratas a donde fueron los jóvenes creativos desplazados por el glamour de los barrios centrales.
Lo más importante para un japonés siempre será ir el primero de enero al templo, es probablemente el único acto religioso nacional, miles acuden a hacer ofrendas para asegurar un año próspero. Es el mejor de todos los actos culturales, el que engloba a todos los anteriores.


Hasta prontito, ya mismo me voy yo también a un templo a ver cómo es esa vaina.

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