En dos ruedas

Por aquí sigo, atento a todo. Ya les cuento

Dos de cada tres japoneses tiene una bicicleta. Eso quiere decir que en cada casa hay por lo menos dos ¨caballitos de acero", como solían llamarlas los periodistas deportivos en aquellos ataques de antología poética.
Este es otro de los temas en los que el Japón está primero en la lista de "El país que más...". Sí, la bicicleta es tan común como desayunar arroz o quitarse los zapatos antes de entrar a casa.
Son tantas que terminan por ser objetos cotidianos y poco a poco se les va quitando del radar de los sucesos extraordinarios. Hasta que una jovencita con minifalda pasa como un hipo cerquita del hombro y vuelve a rondar la cuestión: ¡qué carajo tienen con las bicicletas!
Hace rato que dejó de ser un símbolo de estatus. Le venció el concepto de lo práctico. En las distancias en las que resulta más rápida, más cómoda y menos costosa la bicicleta es una bendición.
Según proyecciones del autor, en el Japón debe haber unos 90 millones de aparatos, lo cual es un alivio para la contaminación, pero no deja de ser un problmea de organización, sobre todo en las grandes ciudades.

Según las leyes locales, los ciclistas comparten el espacio con los peatones, deben ir por la acera y estan obligados a, si es que existe mucha gente, bajarse del aparato para evitar accidentes. Pero eso sucede poco.
El último dato que encontré, el de 2005, advierte de 183,653 accidentes en los que participaron bicicletas. Murieron 846 personas y 184,686 resultaron heridas. Sí, es una ventaja y también es un problema.
La bicicleta típica tiene una canasta adelante, no hay problema con el color, hay marcas abundantes (Pionner, Chevrolet, Hammer, Peugeot), es una bicicleta de ciudad que puede costar de 150 dólares en adelante y se venden algo más de 10 millones al año; existen las que se puede doblar pero hasta ahora no entiendo para qué.
Es muy común que se la use para viajar desde la casa hasta la estación del metro o del tren. En la estación de Nakano (Tokio) siempre está lleno un estacionamiento para 23.000 bicicletas. Una cosa impresionante y sí, el tema de dónde dejar el aparato para evitar una multa siempre será un problema.
En Shinagawa, quizás una de las más concurridas estaciones, se inventaron el sistema perfecto. Desde fuera se ve como aparece en la foto, una caseta, un poco más grande de las que conocemos. El usuario coloca la bicicleta en la puerta; un sistema computarizado se encarga de ella.
Bajo los pies del ciclista hay un sistema impresionante, que almacena automáticamente las bicis en un espacio subterráneo. El costo del espacio al mes es de unos 30 dólares y el aparato estará en manos de su dueño en no más de 10 segundos. Miren este video de Eco Cycle, es impresionante: http://www.youtube.com/watch?v=iMLYwtPwjzY.
Cuando una persona compra una bici nueva se le entrega algo parecido a un documento de identidad del vehículo. Es que hay un problema grave: los abandonos. Se reporta que en un año se descubren casi 650.000 aparatos que ha sido abandonados, extraviados o desaparecidos.
Las leyes suelen ser duras. Esa es la manera como se trata de lograr algo de orden entre tantas ruedas. Hace poco, los noticieros de televisión transmitieron reportajes sobre una "batida" de la policía para multar a quienes van en bici con audífonos. Esa es una violación a la ley y la multa puede ser de casi USD 500. De hecho, en muchos casos las multas son más caras que las mismas bicicletas.
Me ha pasado, por eso les cuento, no es raro ver a un hombre conduciendo con pericia su bicicleta con una mano, en la otra lleva el paraguas y entre la oreja y el hombro se aprisiona el teléfono celular. Un policía podría cosechar multas por casi USD 1.000 con este ciudadano.
Se puede ser severos, pero no tanto porque, al fin de cuentas, logra resolver muchos problemas de los ciudadanos. La madre de familia retira a sus hijos de la escuela. Uno va en el asiento delantero, otro en el de atrás. A los lados irán el bolso de la mujer y la compra.
La ley exige el uso del casco para menores de 13 años de edad y en la mayoría de las ciudades no existe un carril exclusivo (salvo en Kyoto), pero es una necesidad que se está imponiendo de a poco.
Sobre todo porque los conductores de bicicletas son poco políticos, en comparación con el permanente y perfecto protocolo de la vida diaria japonesa; y, hasta pueden ser suicidas. Las bicicletas modernas tienen el mismo timbre que tenía la de mi abuelita y si uno lo escucha, es mejor que se aparte.
Dicen que la manera de conocer verdaderamente Tokio y las grandes ciudades de Japón es en bicicleta. Probablemente me arriesgue a probarlo.
Les veo pronto. No dejen de escribir.

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