Año 27, año de la cabra

Hola, qué gusto saludarles en este año de la cabra. ¡Felicidades para todos!

Como se ha dicho ya, en el calendario japonés hay dos fiestas máximas, celebraciones nacionales, totales, en las que los japoneses se sienten ahítos de sí mismos: el cumpleaños del Emperador y el año nuevo.
Lo primero, para efectos de todo acto oficial, el calendario se determina por el tiempo que ha permanecido el Emperador en el solio. Este que comienza es el año 27 que ha sido Emperador Akihito. En el futuro, cuando muera, para los fines del conteo de tiempo oficial cambiará su nombre y entonces se nombrará con la nueva nominación la era en la que regentó. Es decir, para entenderlo mejor, el anterior emperador fue Hiroito, al morir se le dio el nombre póstumo de Showa. Para uso oficial, los nacidos en el año de 1978 para el Japón son del año 53 de la era Showa.
Luego, en el segundo asunto, una de las características que comparten chinos, coreanos, japoneses y hasta rusos es aquello de dar el nombre de un animal a cada año, un nombre diferente del zodiaco mensual occidental. Al mismo tiempo, se le confiere particularidades que describen la naturaleza de las personas nacidas en tal época.
La cabra es el animal regente de 2015, el elemento es la madera y la tendencia general es que será el momento de recoger el trofeo de las batallas del año anterior anterior, que fue de ruptura: es hora de la tranquilidad, de quietud. Es hora de aprovechar de la paz, la tranquilidad, la armonía, la buena convivencia para curar las heridas.
Es recomendable ser amables con el resto y con uno mismo, alimentar la dulzura, la ternura, la armonía con todos y con uno mismo, ayudar para que se consolide este clima de relajada creación que provocará transformaciones.
La cabra puede llegar hasta lugares en los que no hay otros animales, puede estar tranquila en esos hitos desconocidos y aislados en los que se puede escuchar como se mueve el universo.
Dicen que este estado será propicio para la creación (es el animal regente del arte en Japón), pero la cabra deberá reconocer que una actitud de humildad le ha de facilitar una buena realización de la, ahora, urgente tarea de la tranquilidad.

Es sabido que el japonés es un horóscopo tomado del chino y que ha sufrido variaciones durante los siglos. Quizás el más visible es que el año chino comienza con la segunda luna nueva después del solsticio de invierno, mientras que el nipón se ajusta al calendario gregoriano, es decir que parte desde el primer día del mes de enero.
Para los japoneses, la cabra será, durante estas importantes fiestas, el motivo central de sus actividades. Una principalísima es la llamada 年 賀 状 (nengajo), que consiste en enviar una tarjeta con buenos deseos. Es una costumbre arraigada entre los amigos y los familiares, que luego migró para ser parte de las estrategias empresariales. La empresa nacional de correos, Japan Post, se prepara durante todo el año para este evento, solicita a los clientes que depositen las tarjetas en los buzones hasta una fecha determinada, unos 10 días antes de fin de año. Y se compromete a entregar todos los saludos el mismo primer día de enero. Lo logra: se calcula que en un solo día JPPost distribuyen tres mil millones de tarjetas de felicitaciones con la frase 謹賀新年 (¡Mis más sinceras felicitaciones por el año nuevo!).

La cabra, o el animal al que le toque el calendario, será la estrella durante las festividades de año nuevo, pero luego tendrá una utilidad más bien práctica. En el a veces rígido protocolo japonés es de mal gusto preguntar la edad a una persona, sobre todo a las mujeres; pero el calendario japonés y su zodiaco son un atajo llano: no se pregunta la edad sino el signo, que se repite cada doce años. Si la respuesta es “soy del año de la cabra”, habrá nacido en 1931, 1943, 1955, 1967, 1979, 1991, 2003, será menos riesgoso calcular que tiene 12, 24, 36, 48, 60 o 72 años de edad.
Más o menos jóvenes, los albures y características adivinatorias impactan menos en la sociedad japonesa que en la occidental. Es decir, saben que el zodiaco determina cierto estado del universo, pero no condicionan tales características al amor, la salud, los viajes o, como se ha vuelto tan común, cuánto dinero se va a obtener en el año nuevo.
Las creencias son diferentes y de alguna manera se expresan en las tradiciones típicas de estas fiestas.
Una primera tradición es la limpieza general del hogar (osoji), dejarlo presentable para que sea digno de la visita del Dios del Año Próximo y que, al mismo tiempo, sea una acción concreta de purificación de uno de los espacios más importantes para la vida de una persona. Limpiar el hogar, quitar los obstáculos para que las cosas buenas del año nuevo fluyan en silencio.
Luego, hay un adorno que se coloca en la entrada de las casas y las oficinas, el kadomatsu, un arreglo que debe contener necesariamente tres varas de bambú, que representan al cielo, la tierra y la humanidad, funciona como un imán para atraer a los dioses. Debe tener también una rama de pino, que será el espacio físico en el que habiten los dioses que están de visita. El arreglo debe entregarse el séptimo día del año nuevo a los monjes del templo para que liberen los espíritus.
Luego, en la víspera se debe comer toshikoshi soba. Soba es el nombre japonés para el alforfón (o trigo sarraceno), se considera que este plato típicamente asiático aleja los malos espíritus.
En la misma víspera es una tradición que quienes tienen 22 años o menos reciban dinero de sus padres. La costumbre manda que se dé ¥ 1.000 (menos de diez dólares) a los niños menores de seis años. Hasta los 17 años reciben entre ¥ 3.000 y ¥ 5.000 (de 25 a 40 dólares) y los de más edad ¥ 10.000 (algo más de 80 dólares).
Se acostumbra a visitar amigos y familiares antes de año nuevo y se suele llevar de regalo dulces. En general, la cocina se convierte en el centro de operaciones frenéticas. El motivo principal es que en estas fechas se reune la familia ampliada; lo más común es que deban movilizarse desde otras ciudades o diferentes prefecturas, de manera que pasarán en casa de sus padres unos días. En la mayoría de los casos es el único momento en el año en que la los familiares íntimos se encuentran.
El factor que genera el disturbio de utensilios es que no se puede prender la cocina en los siguiente siete días después del año nuevo. Se cree que se debe dejar descansar ese período al dios del fuego y no hacerlo será atraer desastres naturales.
De manera que se cocina alimentos que se mantengan por siete días. Las mujeres tienen largos de preparación de comida y se activa un comercio enorme de cajas con comida que no se daña, que tiene productos e ingredientes diversos, inclusive cobran valor las preparadas por restaurantes prestigiosos o chef de renombre. Se ha visto que una caja de carnes frías, que puede servir de almuerzo,para cuatro personas, puede costar sobre los  800 dólares.
No prender la cocina tiene otro motivo, obligar a las mujeres, que son quienes normalmente cocinan, que dediquen tiempo para estar con la familia y para ordenar las cosas de manera de estar preparados cerca de la media noche.
Se debe llegar a tiempo a los templos y santuarios para escuchar el sonido de las 108 campanadas que se tañan antes de que llegue el primer día del nuevo año. Con cada sonido de las enormes campanas, según la tradición budista, se van los malos deseos. Luego, el mundo se inunda de las buenas intenciones que llegan con la única campanada que suena enseguida de que ha llegado el nuevo año.
El budismo y el sintoísmo son bastante laxos con respecto a los ritos pero uno de los pocos que no se puede dejar de cumplir es la visita a los templos y santuarios el primer día de enero. No importa cómo, pero hay que ir. Hay jóvenes que se escapan un rato de la discoteca, a la madrugada, para ir al templo, cumplir con el rito y volver a la fiesta.
Pero la mayoría de japoneses van durante el día y los templos se llenan, literalmente. Al principal del sintoísmo, Meiji-jingu, se calcula que peregrinan dos millones de personas solamente el primero de enero. En esta visita mística es recomendable describir círculos sobre la cabeza con un incienso encendido y muchos compran una flecha, que es un símbolo muy fuerte del sintoísmo, que les protegerá durante todo el año. También se compran muchos, muchos amuletos.
Finalmente, una tradición pagana que es usual en los comercios es vender los fukuburuko: los clientes compran una bolsa sellada y pagan un valor; el contenido es una sorpresa pero, en general, el valor de los productos es el doble del precio pagado.
En el espíritu de los japoneses está muy anclada la sensación de que esta fecha es una convención atada al concepto del tiempo, de su tiempo, saben que es efímero, que los finales y los inicios se suceden con mucha frecuencia y con pocos traumas: esa es la manera como fluye el universo.


明けましておめでとうございます! ¡Que tengan un feliz año nuevo!

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